Por Amparo Barral Navarro, miembro de la Junta Directiva de Sociedad Civil Valenciana

 

Estamos atrapados en una espiral de fango de la que nos va a ser muy difícil salir.

La tan manida “máquina del fango” ha cubierto a la Comunidad Valenciana por completo, y cada día resulta más difícil distinguir qué hay más allá de esa espesa neblina de polémicas, disputas políticas y noticias desalentadoras que acaparan los informativos, los artículos de opinión, y hasta lo que se supone que es una vía de escape que son las Redes Sociales.

Y cuando hablo del “fango” me refiero tanto al que literalmente vemos y pisamos todos los días en mucha parte de nuestro territorio asolado por la riada hace ya veinte días, como a la corrupción y a los problemas estructurales que aquejan nuestra tierra; hablo de esa sensación constante de conflicto, de luchas internas, de noticias, juicios mediáticos y comentarios tóxicos que nos ensucian, más si cabe, el panorama valenciano.

Baste con analizar lo sucedido en la reciente comparecencia del Presidente Mazón en las Cortes Valencianas, en la que parapetado tras un montón de datos y cifras que culpabilizaban a organismos dependientes del Estado, leyó titubeante un discurso en el que se dieron escasas explicaciones, se asumieron pocas responsabilidades y se reconocieron algunos errores ‘por lo bajini’; mientras la oposición ejercida por José Muñoz (PSPV) y Joan Baldoví (Compromís) se frotaba las manos tratando de centrar todas las culpas de la tragedia en Mazón para sacar la mayor tajada política posible, pidiendo su dimisión y la convocatoria de elecciones cual si de un nuevo 11M se tratase. Por su parte, José María Llanos (VOX) sacó su dedo acusador para disparar sobre todo aquello que se movía, especialmente contra Sánchez.
Aquel trabalenguas de Rajoy que traduzco aquí: ‘Cuanto peor para todos mejor para mi beneficio político’ tiene hoy su mejor y más explícito ejemplo, donde los partidos han decidido adelantar su campaña política utilizando a nuestras más de 200 víctimas como leitmotiv.

Nos encontramos sumidos en una maquinaria que parece diseñada escrupulosamente para cubrirlo todo con una sucia capa de escándalo, sospecha y enfrentamiento. Las promesas de progreso, los proyectos de futuro y las necesidades de los ciudadanos han quedado enterradas bajo esa capa oscura y maloliente.

¿Por qué esta situación? Parte del problema está en cómo se maneja la información en la esfera pública, pero también en el modo en que las figuras de poder y los intereses particulares se cruzan en un juego de manipulación y encubrimiento. Lo que recibimos sencillamente no es la verdad, sino un cóctel tóxico en el que la desinformación y la polarización y la ausencia de deliberación diluyen cualquier posibilidad de debate constructivo. Así, quedamos atrapados en una narrativa de confrontación malintencionada que lo único que genera es confusión, desafección y desconfianza en las instituciones y, en última instancia, entre nosotros mismos.

Por otro lado, no se trata solo de la política. El fango se extiende a los ciudadanos, a nuestras conversaciones cotidianas, a las televisiones y sobre todo a las Redes Sociales donde los bulos y las noticias falsas corren como la pólvora, y conviene recordar que estos espacios han llegado a superar a los medios tradicionales en cuanto a consumo, interés y difusión. Las diferencias de opiniones se convierten rápidamente en trincheras y cancelaciones. Esto no solo ahoga cualquier intento de mejora colectiva, sino que también agota emocionalmente a los valencianos. La polarización se convierte en el lenguaje dominante, nos hace enzarzarnos en un ciclo interminable de discusiones superfluas, y lo que de verdad nos importa: recuperación, reconstrucción, estrategia, educación, empleo, vivienda y calidad de vida, queda sepultado bajo tanta mugre y basura que costará mucho sacar a la luz.

No obstante , desde Sociedad Civil Valenciana, no podemos permitir que este lodazal determine el porvenir de nuestra comunidad. Quizás sea el momento de resistirnos a participar en esta “máquina del fango”, de ser más críticos con las fuentes de información que consumimos y más constructivos en nuestras discusiones. Es en este preciso momento cuando debemos recordar que somos una comunidad con mucha historia, con una gran cultura, y con un futuro por delante que debe construirse con transparencia, diálogo y la colaboración de todos los valencianos de bien. Solo así podremos ser capaces de distinguir lo que hay más allá del lodo y trabajar unidos desde una visión holística para dar soluciones concretas y crear un horizonte claro y prometedor para las generaciones venideras. Esos jóvenes que son los únicos que nos están dando una lección de unidad en estos momentos críticos.

Artículo publicado en Las Provincias

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